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Centro de Historia Intelectual
Reseñas
Manfredo Tafuri, Fernando
Aliata, Anahi Ballent, Alejandro Crispiani,
Mercedes Daguerre, Adrián Gorelik, Jorge Francisco Liernur, Graciela Silvestri,
Tafuri en Argentina,
Santiago de Chile, arq ediciones, 2019, 274 páginas
En 1981, el
historiador de la arquitectura italiano Manfredo Tafuri visitó la Argentina. A
lo largo de ocho agitados días dictó un curso en el Centro de Arte y
Comunicación (cayc), conducido por Jorge Glusberg, su
anfitrión, y participó de múltiples actividades: una conferencia en el Centro
de Arquitectos de Rosario, una reunión en La Escuelita porteña, otra con un
grupo convocado por Jorge Liernur (su único vínculo previo), una tercera con un
sector de la Sociedad Central de Arquitectos, a lo que se sumarían entrevistas
para la revista disciplinar Dos puntos y los suplementos especializados
de La Nación y Clarín. La urgencia anuda el interés del
visitante, la agitación de ciertos núcleos disciplinares y una Argentina que
–ella no lo
sabe a ciencia cierta– ha comenzado a transitar la última etapa de la
dictadura.
Tafuri en Argentina ofrece buena parte de los materiales de ese encuentro y una serie de medulosas interpretaciones de la visita, el visitante y lo que ambos pudieron implicar en términos disciplinares y culturales. Sus artífices son algunos de aquellos jóvenes arquitectos que rodearon el episodio, hoy reconocidos historiadores. Interpelados por el tema, en el que encuentran su matriz grupal e historiográfica, buscan hacer de esa experiencia “excéntrica” la ocasión de ensayar nuevas preguntas y perspectivas sobre su figura y producción. La fórmula “Tafuri en Argentina” es así el centro de sucesivas “órbitas”, situadas a diversa distancia del encuentro y de variado alcance, que se reorganizan en tres secciones. “Documentos” integra dos entrevistas ligadas al grupo, de 1981 y 1983, y la transcripción de la conferencia rosarina. “Artículos” reúne seis intervenciones fuertes, que abordan sucesivamente los contextos italiano y argentino, las variaciones del paradigma centro-periferia en la producción tafuriana y algunos de los motivos y las líneas de indagación estimulados por la figura y el grupo veneciano (la “investigación policéntrica”, la historia de la vivienda, la crítica). El “Apéndice” congrega las demás entrevistas y algunas cartas de Tafuri a Liernur entre 1974 y 1989. Una cuidada edición santiaguina completa el atractivo de conjunto.
Testimonios
Conocido en ámbitos discretos de la cultura arquitectónica argentina desde años atrás, hacia 1981 Tafuri es asociado a una perspectiva y una institución originalmente muy conectadas y en las que ha sido protagónico: la crítica de la ideología contorneada por el grupo de la revista Contropiano[1] a fines de los sesenta y el Dipartimento de Storia dell’Architettura (dsa) del Istituto Universitario di Venecia (iuav), que dirige, producto de una sonada experimentación en los setenta. En 1981, esa experiencia está cerrada y Tafuri ha operado sensibles desplazamientos teóricos e historiográficos, pero la expectativa anterior marca algunas entrevistas, balizando el espacio de una sorpresa. Parte de la novedad viene de la acumulación del dsa donde, pese a varias frustraciones, un plantel notable (Massimo Cacciari, Francesco dal Co, Giorgio Ciucci, Franco Rella) alimenta una cierta mirada de la historia: unitaria, autónoma, compleja, filológica.
Romano, de 45 años, algo explosivo,
diestro en los debates del estructuralismo,
el marxismo y el posestructuralismo, Tafuri desplegó en la visita sus
inquietudes recientes, movilizando la enorme acumulación veneciana. La notable
entrevista coral condensa un proyecto historiográfico personal que, sobre ese
fondo, ha ganado nitidez en los últimos años:[2] el tránsito
de la noción de ideología como “falsa conciencia” a la de representaciones
(entre Foucault y los Annales de las mentalidades); la
identificación entre crítica, historia y “pensamiento destructivo”; una idea de
productividad histórica de largo plazo; el llamado a restituir estrategias,
complejos de lenguas que “hablan aunque no las planifique nadie”, a elegir
temas según su rendimiento u opacidad, a adoptar un método que trace círculos
(¿“órbitas”…?) y ataque los problemas por todos lados.
En la conferencia rosarina, la contraposición entre “Lo clásico y lo moderno” le permite desmontar representaciones que cercaba desde la crítica de la ideología arquitectónica: un “movimiento moderno” que no logró asir las fracturas de la experiencia iluminadas por Freud, Nietzsche o Simmel; un innombrado posmoderno que pretende saltear esa irrealización y minimiza lo clásico, “pensamiento de los confines”. Las cuestiones asoman también en las entrevistas de Clarín, La Nación o Dos puntos, en sus consideraciones sobre arquitectura y vanguardias, razón e irracionalidad o en su modesta apreciación de la arquitectura argentina.
El tema del dsa, recelado en 1981, será ampliamente desplegado en la entrevista de 1983.[3] A distancia de sus frustraciones –comenzando por la articulación de los centros consagrados a la historia en Venecia y Padua, conforme una idea unitaria de la disciplina–, Tafuri subrayará los acuerdos más durables en torno a esta, el método filológico y la formación de historiadores “puros”, no subordinados al proyecto arquitectónico ni a una preservación crecientemente institucionalizada. Allí consignará también, con manifiesto orgullo, la reciente edición de L’armonia e i conflitti dentro de la colección Microstoria.[4]
Lecturas
Los artículos multiplican los núcleos problemáticos y los ángulos de interrogación, en asedio muy tafuriano. En la órbita de las contextualizaciones, Mercedes Daguerre reinscribe el Tafuri que llega a la Argentina: La esfera y el laberinto ha cerrado el ciclo de interés por la arquitectura contemporánea, en beneficio del Renacimiento; esto expresa la individualización de los proyectos del dsa iniciada en 1977, inversa a la caída de tensión política, que en Tafuri convive con un creciente interés por los problemas epistemológicos de la historia y una marcada apertura al cuadro internacional; varía entonces el lugar de la crítica, asociada ahora a una heterónoma tradición de pensamiento negativo e identificada con la historia. En dirección inversa, Adrián Gorelik y Graciela Silvestri se interesan por la Argentina a la que llega Tafuri, un país político y disciplinar en el que las fisuras de la dictadura habilitan una activación teórico-crítica hasta allí dada en ámbitos restringidos. La Escuelita, sectores de la sca o el núcleo rosarino son parte de ese territorio bien dispuesto, sobre el que ya vienen incidiendo “tres Italias”, expresivas de una “nueva politicidad”: la del reformismo urbano de Bolonia; la morfológica de Carlo Aymonino, ex director del dsa; la de Tafuri, cuya visita precipita más que el paso por Venecia (1974-1976) el definitivo vuelco a la historia de Liernur. De aquí surgirá la germinación más duradera, en sintonía con la activación teórico-crítica y en contraste con una historiografía disciplinar cristalizada y funcional. El cayc, limitado y crucial, es también releído con provecho.
En otra órbita, Jorge Liernur analiza las variaciones del paradigma centro-periferia en Tafuri. La pobre ponderación de América latina en Arquitectura contemporánea[5] es asociada a un “campo de visión histórica” recortado por las tesis operaristas que subrayaban el interés de los centros del capitalismo avanzado. Esa “geografía de la mirada” habría oscurecido el momento anterior, más atento a los concretos “humus culturales” en que actuaban los “ciclos de emisión” centrales. Desde los ochenta, las indagaciones sobre Roma y Venecia en los siglos xv y xvi, sensibles a la conflictividad y a la variación del vínculo entre centros y a las resistencias de la periferia, marcarían otra inflexión, no ajena al impacto de la inmigración en Italia.
Los siguientes textos se concentran en motivos o temas tafurianos/venecianos específicos. Fernando Aliata, alumno del iuav entre 1983 y 1986, reinscribe los desplazamientos de Tafuri en la Italia de los años ochenta, con sus retornos y concurrencias (a Warburg o con los microhistoriadores). Uno lleva a la ricerca policéntrica (L’ armonia e i conflitti…), que multiplica focos y escalas de análisis del hecho arquitectónico para devolver tramas e identificar intersecciones entre fenómenos y duraciones diversos (un arquitecto y una mentalidad, por caso). Prometedora frente a la objetada estructura de los Annales, la ricerca acabaría por disolverse en un cuadro disciplinar general muy desalentador para el último Tafuri.
Anahi Ballent, por su parte, analiza el impacto veneciano en la definición de uno de los temas desplegados en el pehch: la vivienda masiva, asociada a inquietudes por el vínculo entre vida cotidiana y gran ciudad. Consignado el relieve de los trabajos de Tafuri sobre la planificación, Dal Co sobre la “cultura del habitar” o Georges Teyssot sobre el “proyecto doméstico”, subraya que su recepción fue poco matizada, en parte porque las urgencias de un sector excéntrico a la disciplina y con múltiples inquietudes alentaban a leer la variedad veneciana como una única escuela. Con todo, ese impacto de conjunto habría permitido ampliar el universo temporal, temático y social respecto de la historiografía anterior, ganar complejidad multiplicando los referentes (Foucault, Elias, Simmel, Benjamin) y construir “objetos heterónomos” que anudaban diversas dimensiones.
Finalmente, Alejandro Crispiani considera una metáfora con la que Tafuri buscó exponer el papel de la crítica en la entrevista coral: la imagen de un arquitecto en un cuarto en el que comienza a subir el agua, que podría salvarse si supiera, como el crítico, que las paredes no existen. Con antecedentes en Wittgenstein y varias filiaciones posibles (Weiss, Sade, Piranesi, Weber, entre las consideradas), la imagen es relacionada con el desplazamiento de la crítica de la ideología a la de las representaciones, que no declina voluntad de develamiento. Se trata de mostrar la división del trabajo en la que la arquitectura se pierde. Contraria a cualquier “síntesis pacificadora” y deriva operativa, la historia crítica debe exponer crudamente las cosas.
Excentricidades
Tafuri en Argentina rodea un hecho de circulación disciplinar y cultural; su foco excéntrico ilumina tanto a un Tafuri desplazado cuanto una germinación local bastante inédita. Muy bien situada por el Prólogo, esa deriva interesa a un par de los artículos, aunque marca la composición del conjunto y está en el revés de los testimonios más ligados al grupo. Es, en tal sentido, la parte involuntaria de este gran convite.
Es claro que en la productividad del encuentro argentino obraron más que cualidades intrínsecas, aunque sobraran; Tafuri prosperó porque venían reuniéndose condiciones bastante especiales para ello. Y quizá merced a otras excentricidades, que alimentaban homologías de posición en territorios y momentos disímiles. La primera, de la historia de la arquitectura frente a la historia tout court, con la que se identificó durablemente pese a la respuesta “totalmente negativa” de “los historiadores” (p. 56) al proyecto de unificación departamental. Si aquí Tafuri arraigó en una formación de arquitectos yendo decididamente hacia la historia, allí parece haber sido más complejo el diálogo con el resto de la historiografía que la proyección (también internacional) del dsa por el vector de la arquitectura que desmontaba (y esto pese a sus afinidades con los microhistoriadores).
A la vez, cabían aquí y allí reconocimientos en torno a otra excentricidad, nacional, del orden de aquella asimetría historiográfica con Francia que “El nombre y el cómo” buscaba enderezar con una excepcional respuesta de método.[6] Expresiva de un cosmopolitismo hecho en la adversidad, tanto en ella como en la ricerca policentrica de Tafuri sobresale, más que el principio inductivo o deductivo, una voluntad integral dada por la ambición de las preguntas y la multiplicación de las variables. Los objetos complejos que caracterizan a los historiadores que urdieron este Tafuri…, dispositivos o términos que condensan o congregan múltiples dimensiones y temporalidades prontas a intersectarse y desplegarse, no son ajenos a esas búsquedas. Partiendo de una formación singular, contra el telón de una deslucida historia disciplinar y en consorcio con otras historias en acelerada renovación, en esos diálogos excéntricos surgió una de las zonas más sólidas e innovadoras de la historiografía argentina contemporánea.
Ana Clarisa Agüero
Universidad Nacional de Córdoba / conicet
[1] Revista del “área comunista”, inicialmente dirigida por Cacciari, Asor Rosa y Antonio Negri (que se va) y acompañada por Mario Tronti y varios integrantes del iuav. Allí se publicó “Para una crítica a la ideología arquitectónica” en 1969. Entre los textos de temprana traducción de Tafuri [1968], Teorías e historia de la arquitectura, Barcelona, Laia, 1972.
[2] Véase Manfredo Tafuri [1977], “El proyecto histórico”, en La esfera y el laberinto, Barcelona, Gustavo Gili, 1984.
[3] Ambas originalmente publicadas en la revista Materiales (nº 3, 1983, y nº 5, de 1985), que conectó el Departamento de Análisis Crítico e Histórico de La Escuelita, en 1982, y el Programa de Estudios Históricos de la Construcción del Habitar (pehch) del cesca, en 1983. El nº 5 se consagró al dsa-iuav.
[4] Antonio Foscari y Manfredo Tafuri,
L’ armonia e i conflitti. La chiesa di San Francesco della Vigna nella
Venezia del ‘500, Turín, Einaudi, 1983.
[5] Francesco dal Co y Manfredo Tafuri [1976], Arquitectura contemporánea, Madrid, Aguilar, 1978.
[6] Carlo Ginzburg y Carlo Poni [1979], “El nombre y el cómo: intercambio desigual y mercado historiográfico”, en Carlo Ginzburg, Tentativas, Rosario, Prohistoria, 2004. 1979 es también el año de “Indicios…” y de “Centro e periferia”, junto a Enrico Castelnuovo, significativa revisión de la historicidad y productividad de los términos (en Storia dell’arte italiana, parte I, vol. I, Turín, Einaudi, 1979).