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Centro de Historia Intelectual
Reseñas
Elisa Pastoriza y Juan Carlos Torre,
Mar del Plata. Un sueño de los argentinos,
Buenos Aires, Edhasa, 2019, 360 páginas
Como afirman sus autores, este libro presenta los resultados de un proyecto de larga gestación. En efecto, la idea rectora de la obra, como argumento sociológico, se presentaba ya en un texto breve de Juan Carlos Torre en Punto de Vista (1995) dando cuenta del proyecto del futuro libro de autoría compartida entre el sociólogo y la historiadora Elisa Pastoriza. La densidad histórica de ese argumento adoptó un mayor desarrollo en el artículo escrito por ambos para la Historia de la vida privada en Argentina (1999).[1] Por lo tanto, nos encontramos ante un trabajo maduro que capitaliza, además, los resultados de una amplia producción de investigación sobre la ciudad, desarrollada desde los años 1990 por historiadores pero también por arquitectos locales, nucleados sobre todo en la Universidad Nacional de Mar del Plata. Las investigaciones de Pastoriza constituyen referencias centrales dentro de esa producción, además de que ella ha dirigido o estimulado muchos de esos trabajos en los cuales el libro se apoya. La madurez de los argumentos y el conocimiento profundo de las fuentes en las que sustentan su trabajo han permitido a los autores construir un texto claro y sereno, con pocas notas indispensables que no interrumpen una lectura fluida, pensado en función de sostener el interés de distintos tipos de públicos, incluyendo los no académicos o no especializados. Las bien elegidas ilustraciones y los recuadros que resaltan ciertas fuentes también aportan a ese carácter atractivo y abierto de la obra.
La mirada sobre Mar del Plata que la obra proyecta no es la de la historia urbana –aunque recoge aportes de tal perspectiva–. En cambio, la clave a la aproximación narrativa y analítica del libro se encuentra en el subtítulo de la obra, que se mantiene desde el artículo de 1999, cuando la expresión “el sueño de los argentinos” sustituía a “una utopía argentina”, presente en el texto de 1995. Sustitución sintomática de una búsqueda de ajuste conceptual para un mismo objeto problemático. En el último capítulo del libro, esta idea se expresa de manera directa: “Nuestro objetivo no fue hacer la historia de Mar del Plata como tal; ello hubiera requerido una exploración más exhaustiva y ampliar el recorte temporal. Más bien, buscamos reconstruir la trayectoria del gran balneario como una metáfora de la dinámica de la sociedad argentina a lo largo del tiempo. Al cabo de este ejercicio emerge una conclusión: a partir de 1970 comenzó a perder consistencia lo que hemos denominado el experimento social de los argentinos: acoger en un espacio físico común y a la vez internamente diferenciado los planes de verano de los más diversos sectores sociales” (p. 351).
Se trata de una historia social de ámbitos, prácticas y representaciones sociales cuya referencia común es la principal ciudad balnearia del país –que posiblemente merezca también ser incluida entre los más bellos y complejos balnearios urbanos de masas de América Latina–. La historia social que la obra traza se encuentra fuertemente marcada por la política, aunque sin verse subsumida en ella. En rigor, el libro presenta una historia de procesos culturales protagonizados por distintos sectores sociales que, aunque acelerados o no por la política dominante en cada momento, reconocen pulsiones sostenidas, en parte contrapuestas y en parte complementarias: el impulso hacia la ampliación social o democratización de los consumos y la imposición de mecanismos de distinción social, que a través de la exclusión reordenan jerárquicamente ese universo en expansión. La dinámica de la historia de la sociedad argentina del siglo xx hasta los años 1970: una convivencia entre distintos sectores sociales, en gran medida incómoda y conflictiva, pero finalmente posible. Mar del Plata, “la ciudad feliz”, más que metáfora –podríamos pensar nosotros–resulta una materialización de esa historia, que, pacificada por su principal función urbana, condensa miradas, expectativas y experiencias en forma de sueño.
El argumento se desarrolla en seis capítulos que se ocupan de los distintos tiempos sociales que impulsaron la conformación de la ciudad, desde la villa de las últimas décadas del siglo xix hasta el balneario de masas de los años 1960 y el inicio de los 1970. Los tres primeros capítulos (i: “Un lugar de veraneo junto al mar”, ii: “La construcción de la villa balnearia” y iii: “El ocio distinguido a orillas del Atlántico”) se inician alrededor de la fundación de Mar del Plata en 1874 y la llegada del ferrocarril en 1887, cubriendo el período de la villa construida a medida de la élite porteña, sus ámbitos, instituciones y prácticas. Los tres últimos (iv: “El ocaso de la villa balnearia”, v: “La ciudad balnearia” y vi: “El balneario de masas”), trazan la historia de la ampliación de usuarios del balneario entre los sectores medios primero y populares después, además de las transformaciones y los conflictos que esa ampliación produjo en la ciudad. El dinamismo de la economía de amplios sectores del país, las posibilidades de ascenso social, las políticas del radicalismo y del peronismo a nivel nacional son los principales y conocidos fundamentos de esta historia. La obra complejiza este proceso incorporando también otros como la presencia política del socialismo en el gobierno local en los años 1920 y los 1960, que impulsaron esa misma tendencia a transformar a Mar del Plata en “la ciudad de todos”, tendencia que políticas conservadoras como las de la década de 1930 no detuvieron. Por el contrario, ellas produjeron transformaciones urbanas que hasta hoy permanecen como íconos del balneario de masas (antes de que tal categoría se consolidara en la realidad urbana y social), como son las obras de Alejandro Bustillo en la Playa Bristol. El libro registra así los sutiles vínculos que articularon los distintos tiempos sociales de la ciudad y el juego complejo entre el peso de las inercias y la urgencia de las resignificaciones: Mar del Plata cambiaba y a la vez permanecía fiel a sí misma. Todo lo dicho vale para el período que analiza el libro, que se detiene en 1970. Lo cierto es que de allí en adelante Mar del Plata, pese a mantenerse hasta el presente como una de las más bellas ciudades argentinas, dejó de concitar el interés que sectores sociales muy amplios, sobre todo altos y medios, habían depositado en ella. Las razones de esa distancia son complejas y reconocen orígenes diversos, pero evidentemente, como afirma el libro, la ciudad dejó de condensar aspiraciones de una parte importante de la sociedad argentina, aquella que ostenta una alta capacidad de consumo.
Volviendo al tema de la incidencia de la política sobre los procesos de ampliación de consumo de la ciudad, es particularmente interesante detenerse en la forma en que son presentados los desarrollos producidos bajo el primer peronismo –período que ambos autores conocen profundamente y que han abordado de manera original en otros trabajos–. El peronismo, como es sabido, consideró el turismo y las vacaciones como uno de los instrumentos de los procesos de democratización social que promovía. El complejo de los hoteles de Chapadmalal erigido por el Ministerio de Obras Públicas y administrado posteriormente por la Fundación Eva Perón es un claro indicador de que Mar del Plata, por su historia, fue el principal objetivo de las políticas. La ciudad reunía dos características: pervivía su imagen de símbolo del “ocio distinguido”, pero también estaba preparada, desde principios de siglo xx, para asimilar procesos de apertura y ampliación. Sin embargo, plantea la obra, la ampliación hacia la población popular no fue inmediata sino paulatina, porque la exclusiva puesta en vigencia de políticas no resulta suficiente para que se produzcan cambios en las prácticas. Por un lado, deben aparecer nuevos tipos de ámbitos y ello demanda su propio tiempo: así, por ejemplo, la mayor parte de los hoteles sindicales se instalaron después de la caída del peronismo. Al mismo tiempo, la legitimidad del ocio vacacional exigió un cambio en la mentalidad popular que no se produjo de manera inmediata. Las clases medias, sobre todo en los sectores más altos, estaban en cambio más preparadas para beneficiarse rápidamente por las políticas impulsadas por el peronismo: el sector inmobiliario de Mar del Plata aprovechó los beneficios en cuanto a estímulo a la construcción de la Ley de propiedad horizontal (1948) a partir de su sanción, produciendo un boom de edificios de departamentos dentro de la nueva legislación, como el que transformó completamente la avenida Colón, con anterioridad a otras ciudades argentinas.
El “experimento de los argentinos”, nos dice la obra, articuló la pulsión igualitaria o modernizadora con la apelación a la distinción social, modulando de manera particular el primer impulso. Por un lado, los sectores altos no reaccionaron frente al avance de otros sectores sociales abandonando la ciudad, sino huyendo de él a través de la ocupación y conformación de nuevos espacios urbanos –la geografía local permitía estos desplazamientos que redundaban en una expansión de la mancha urbana– al mismo tiempo que, a modo de filtros, cambiaban sus conductas en cuanto a sociabilidad. Los sectores medios y populares que ocuparon los lugares que los altos se sentían presionados a abandonar, de alguna manera, aceptaban los valores producidos por la élite, integrando sus aspiraciones a esos valores, aunque debieran traducirlos a sus posibilidades y recursos. Si en los procesos a los que nos referíamos en párrafos anteriores los planos materiales, esto es la economía y la política, eran las fuerzas fundantes, en estos otros procesos de distinción el mismo rol es cumplido por el plano simbólico, esto es, por la cultura. De allí la importancia que el libro asigna a una gran variedad de fuentes que constituyen representaciones capaces de registrar experiencias y expectativas de distintos sectores de la sociedad. Memorias y crónicas sociales son las fuentes que más se tematizan. Las fuentes gráficas –fotografías familiares y periodísticas, imágenes de arquitectura o ámbitos urbanos, publicidades– tienen una fuerte presencia en el libro, pero parecen menos problematizadas por el análisis que las escritas.
Dos capítulos se centran particularmente en modos de vida, prácticas, estéticas y valores, condensados en dos diferentes culturas del veraneo: “El ocio distinguido a orillas del Atlántico” y “El balneario de masas”. Estos capítulos desarrollan una historia cultural de la ciudad. De manera más amplia, es necesario consignar que toda la obra sostiene un hilo de lectura que es el de los cambios en las formas de vivir el ocio balneario y en las relaciones entabladas entre veraneantes y playa: una historia cultural del veraneo en Mar del Plata. Sin embargo, fiel al argumento central del libro, el análisis cultural que emprende remite a la experiencia social, en el sentido de que es lo social aquello que está problematizado, mientras que el plano específicamente cultural no llega a alcanzar la profundidad y la sutileza que aborda el análisis social de la cultura. Así quedan fuera de la problematización de la obra aspectos visuales, estéticos, materiales, de un universo cuya riqueza presenta pero no agota. De esta manera, podemos pensar, este libro estimula futuras investigaciones sobre Mar del Plata que podrán tomar nuevos caminos, pero indudablemente deberán partir de él.
Anahi Ballent
Universidad Nacional de Quilmes / conicet
[1] Juan Carlos Torre, “Mar del Plata, una utopía argentina”, Punto de vista, n° 51, abril de 1995, pp. 23-24. Juan Carlos Torre y Elisa Pastoriza, “Mar del Plata, un sueño de los argentinos”, en Fernando Devoto y Marta Madero (dirs.), Historia de la vida privada en Argentina, vol. 3, Buenos Aires, Taurus, 1999, pp. 49-78.